PASEO POR EL BÓSFORO
Os proponemos un clásico de la visita a Estambul: un pequeño crucero a lo largo de esta pequeña franja de mar, de 30 kilómetros de extensión. El trayecto de ida dura unas tres horas y media y el de vuelta es algo más corto, unas tres horas.
La mejor opción para hacer esta excursión es utilizar el transporte público. Los billetes del ferry que hace este trayecto pueden sacarse en las taquillas del tercer muelle de Eminönü, el Bogaziçi Iskelesi. El billete de ida y vuelta cuesta alrededor de doce liras, es decir, unos seis euros. El ferry sale a las diez y media de la mañana, pero conviene llegar al muelle un poco antes de la hora para no perder el barco, que sale con puntualidad inglesa, y para conseguir sitio al lado de las ventanas, donde podremos observar las vistas.
A pesar de la duración del trayecto, el viaje no se hace largo. Los primeros minutos servirán para observar los lugares ya conocidos en las visitas a Estambul, como Santa Sofía, la Mezquita Azul y el palacio de Topkapi. Después, se quedarán atrás el palacio de Dolmabahçe, la mezquita de Ortaköy y el palacio de Çiragan. Posteriormente, el caos urbano de Estambul dejará paso a las zonas residenciales (y más exclusivas). En ambas orillas, podrán verse lujosas mansiones, con embarcadero propio y piscina. Cuentan que algunas de estas casas se encuentran entre las más caras del mundo.
En el punto más estrecho del Bósforo, cuando la orilla europea y la asiática se encuentran a apenas 750 metros, se ubican sendas fortalezas: Rumeli Hisari y Anadolu Hisari. Datan de la época del asedio de los otomanos contra los bizantinos, alrededor de 1450. La dificultad de conquistar Estambul provocó que los bizantinos fueran ocupando las tierras cercanas de la capital y la fueran cercando progresivamente. Los otomanos vinieron del centro de la península de Anatolia, primero se hicieron con Bursa y ocuparon la orilla asiática, donde construyeron la fortaleza de Anadolu Hisari para controlar el tráfico sobre el Bósforo. Después, cuando ocuparon Edirne y la orilla europea, construyeron la fortaleza Rumeli Hisari, con lo que los habitantes de Estambul quedaron acorralados.
Junto a los lujosos chalets también pueden verse casas abandonadas. Hace cuarenta o cincuenta años no tenían nada que desmerecer a sus vecinas. Son las pertenencias de los ciudadanos griegos que tuvieron que exiliarse de Estambul y dejar sus viviendas vacías hacia los años sesenta, cuando una ola de odio entre las poblaciones de las dos nacionalidades recorrió la ciudad.
El lujo y la ostentación dejan paso al retiro y tranquilidad. Lo siguiente que encontraremos en las orillas europea y asiática del Bósforo son pequeños pueblos de pescadores, con casas de colores y reducidas embarcaciones de madera apostadas frente a sus puertas. Las gaviotas, las arboledas y el olor a mar se harán más presentes según nos vayamos alejando del centro del Estambul. Iremos dejando a los lados pequeños núcleos de población hasta llegar al final del trayecto: Anadolu Kavagi. En este pequeño pueblo, cuya riqueza procede básicamente de la visita diaria de los turistas, podremos disfrutar de una excelente comida a base de pescado. Las ofertas son muy interesantes y el pescado de calidad, pero, si sois de gustos refinados y no os importa pagar un poco más, os recomendamos comer junto a la orilla del mar en el AltinBalik.
Merece la pena visitar una pequeña fortaleza situada en un monte en las afueras del pueblo. Se trata de un castillo en ruinas, pero desde las alturas puede contemplarse el inicio del mar Negro. Si el viajero no está ya para muchos trotes, hay taxis disponibles que cobran un precio fijo por subir al castillo.
LAS ISLAS PRÍNCIPE
Este pequeño archipiélago, ubicado en el mar de Mármara, está comunicado con Estambul a través de la línea pública de ferries. Los billetes pueden sacarse en el muelle de Kabatas al precio de un billete de tranvía o metro. El trayecto dura alrededor de una hora y media, dependiendo de donde quiera pasarse el viajero. Heybeliada cuenta con algunas playas. Buyukada es la isla más grande y la que tiene una mayor oferta de restaurantes. La mayoría son establecimientos sencillos donde pueden degustarse la comida casera por excelencia: los köfte o albóndigas de ternera.
Las islas Príncipe son un remanso de paz y vegetación al lado de la gran urbe. Los habitantes de las islas ponen disposición de los turistas varios coches de caballos, que les permitirán dar una vuelta por toda la isla y contemplar sus vestigios. Lamentablemente las islas Príncipe sufrieron los efectos del terremoto de 1999 con mayor fuerza que Estambul, ya que el epicentro de la catástrofe se ubicó en las cercanías del archipiélago. Hoy en día son pocas las huellas del terremoto, ya que la mayoría de las casas, hechas de madera, fueron reconstruidas rápidamente.
KYLIOS
Estambul está rodeado de mar, pero para poder disfrutar de una buena playa hay que irse fuera de la ciudad. La opción más recomendable es acercarse hasta las primeras poblaciones del mar Negro, entre las que destaca Kylios. En esta localidad, y en las cercanías, se han habilitado playas privadas que cuentan con tumbonas, baños, duchas, restaurante y muchas más comodidades. Recomendamos la visita de estos establecimientos, donde no echarán de menos la calidad de la playas españolas, más que las playas de acceso público, que suelen estar muy poco cuidadas. Para llegar hasta Kilyos pueden cogerse autobuses y dolmus (taxis colectivos) desde Sariyer.